Brasil: Relator Especial de Naciones Unidas visita Piquiá ante abandono del Estado

Con motivo de la visita de Baskut Tuncak, relator especial de Naciones Unidas sobre derechos humanos y sustancias peligrosas, la FIDH, Justiça Global y Justiça nos Trilhos hacen un llamado al Estado brasileño y las empresas para que asuman sus responsabilidades y reparen integralmente las violaciones a los derechos humanos y el ambiente que vive la comunidad de Piquiá desde hace más de tres décadas.

Entre el sábado 7 y el lunes 9 de diciembre, el relator se encuentra en el estado de Maranhão, donde las desastrosas consecuencias de la industria minera y siderúrgica en la salud de los habitantes de Piquiá debido a la contaminación ambiental y sonora han sido denunciadas durante años, pero permanecen impunes. Luego de su visita a esta zona, el relator interpelará a las autoridades estatales y federales sobre el caso se Piquiá, comenzando hoy lunes en la capital del estado de Maranhão y en Brasilia.

“Esperamos que esta visita dé mayor visibilidad internacional a este caso, por tanto tiempo ignorado por el Estado, despertando a las autoridades para que la legislación ambiental sea reforzada y efectivamente implementada. A su vez, un firme llamado del relator a Vale, Viena Siderúrgica, Gusa Nordeste, Aço Verde Brasil e Cimento Verde Brasil (las tres últimas del Grupo Ferroeste), para que reparen los daños causados y se alinien con la normativa existente es necesario,” señaló Sandra Carvalho, vice presidenta de la FIDH y Coordinadora de Justiça Global.

El relator especial, cuyo mandato es monitorear los efectos nocivos que generados por sustancias y desechos peligrosos, debe alertar a los órganos de la ONU sobre las violaciones constatadas en la comunidad de Piquiá, y formular recomendaciones.

Los habitantes encaran con dignidad y aplomo, día tras día, la encomiable tarea de luchar por el ejercicio de sus derechos vulnerados. Mientras que la relocalización a Piquiá da Conquista les brinda una cauta esperanza, su situación sigue siendo grave.

La noticia alentadora es que frente a esta situación, la comunidad de Piquiá no se ha rendido. A pesar de los escasos recursos y apoyo con que cuenta, ha sabido organizarse y conseguir los recursos para ser relocalizada en un lugar llamado Piquiá da Conquista, donde un futuro lejos de la polución se construye. Sin embargo, existe el riesgo que las políticas de restricción presupuestaria para los programas sociales por el gobierno de Jair Bolsonaro como el contexto político más amplio afecten directamente la conclusión de este proceso.

“Mientras la comunidad de Piquiá continúe enfrentando problemas de salud debido a la polución del aire y siga expuesta a desechos tóxicos y peligrosos que resultan de la inadecuada gestión por parte de las empresas siderúrgicas, no habrá reparación integral. El mensaje del relator debe exigir además garantías de no repetición, para que las generaciones futuras en Piquiá puedan gozar de su derecho a un ambiente sano,” acotó Danilo Chammas de Justiça nos Trilhos.

Hoy, solicitamos concretamente que el Estado brasileño asegure la pronta conclusión e implementación de las decisiones judiciales y garantice la efectiva reparación a las familias afectadas negativamente por la industria minera, de arrabio y acero; que se inicien los procedimientos investigativos e impongan sanciones a las personas físicas y jurídicas responsables; se asegure un lapso de tiempo específico y acotado para que las empresas se alineen a las normas legales vigentes y aseguren garantías de no repetición; y que las empresas tomen las medidas necesarias para proteger a las familias de los desechos tóxicos y detener inmediatamente las operaciones sin licencia.

Esperamos que la presente visita del relator especial sirva para colocar nuevamente a Piquiá en la agenda pública y política de decisiones. Tuncak tendrá una conferencia de prensa el 13 de diciembre de 2019 a las 14:00 horas en Brasilia, donde compartirá sus observaciones preliminares. El relator especial presentará un informe completo con su análisis y recomendaciones al Consejo de Derechos Humanos de la ONU en septiembre de 2020.

Un terremoto social y político sacude Chile Manifiesto Rümtun al Pueblo Mapuche, Kiñe.

Yeyipun
marrimarri wenu kvze
Marri- marri wenu fvcha
Marri-marri newen ñuke mapu
Marri-marri kuifi keche mapuche
Marri marri kvyem wanglen kom newen wenumapu
allkutuain taiñ dugu
allkutuaiñ taiñ pvlyv
allkutuaiñ taiñ rakiduam
Memoria pú lonko, Pu machi, Pu weichafe, Pu werken
kom fvcha keche, petu mongeley
kelluaiñ tufachi weche keche mapuche
warría mapu muley
kelluaiñ ta presos politico mapuche
kvpaiñ tamvn kellun
weche keche , pichi keche , ullcha keche
liftuay taiñ piuque
liftuay taiñ rakiduam , taiñ magen , taiñ pulyv
kelluaiñ taiñ rvpv meu, kelluaiñ tañi lof che
kvme amuleaiñ taiñ rvpv , taiñ kudaw , taiñ rvpv
mogen
lonkontuaimvn , piukentukuaimun pu mapuche
newentuleaymvn pu weche keche weichafe
llekaleleaymun pu mapuche pu weichafe
wenu kvze , wenu fvcha , kelluain taiñ rvpv
elchen kvze , elchen fucha liftuay taiñ kutran rakiduamualu ,
taiñ pullyv
kvme amuleaiñ kom mapuche meli witran mapu
newentuleaiñ pu lamgen, pu peñi
kvme amuleayiñ taiñ yeyipun , taiñ nguillatun , taiñ
mogen mapuche wallmapu , taiñ petu mogelen kom mapuche
kvme amuay taiñ pewma
marri chi weu !!!!
David Aniñir, Yeyipun 2009

 

¿En qué momento político estamos?

Se cumplen más de dos meses desde que un número significativo de habitantes de Chile, se lanzó a las calles a protestar contra los abusos institucionalizados en la sociedad plurinacional en que vivimos. Esa manifestación de descontento, demanda, -entre otras cosas-, cambios sustantivos en:

Demandas objetivas
1. El sistema de pensiones caracterizado por jubilaciones miserables que ofrecen precaria calidad de vida a futuro.
2. La cobertura-protección de salud pública (deficiente atención preventiva, falta de hospitales, falta de especialistas, falta de insumos, insuficiente cobertura de algunas enfermedades, listas de esperas interminables, entre otros).
3. Educación de calidad, gratuita y movilidad social (avances insuficientes en gratuidad, segregación clasista desde fases tempranas de formación en escuelas para pobres y para ricos, deudas contraídas por estudiantes de estratos medios y pobres impagables, movilidad social o meritocracia: fin al nepotismo, amiguismos).
4. Acceso a servicios (terminar con la privatización del agua a través de derechos a perpetuidad en favor de pocas familias ricas del país, disminución de tarifas del agua, luz, combustibles, entre otros).
5. Transporte público (servicio deficiente con las tarifas más caras de toda América Latina sin subsidios a los más pobres).
6. Corrupción y abusos de poder (colusión entre empresas, desfalco al fisco -carabineros, militares, evasión de impuestos institucionalizada, políticos sobornables por el mundo empresarial, perdonazos a criminales de cuello y corbata o penas ridículas como clases de ética para esos delincuentes).
7. Medioambiente (contaminación, zonas de sacrificio, sequías causadas propósito por plantaciones, desertificación verde pino-eucalipto, destrucción de glaciares por la acción de la minería e intervención de cauces de ríos por la acción de empresas generadoras de energía)

Demandas subjetivas
8. Nueva Constitución y a partir de ese evento, nuevo entramado de leyes y derechos para los/as excluidos/as que aseguren una salida pertinente a las demandas anteriores, terminando con el modelo que benefició a la derecha pinochetista y a los que se adaptaron al modelo.

También el descontento social reclama por el respeto a los Derechos Humanos (DDHH), entre los que se destacan, la libertad de expresión, de opinión, de reunión, de asociación, libre circulación  y por, sobre todo, a la vida, la libertad y seguridad. Todos ellos nuevamente violados en forma masiva e impune por las Fuerzas de Orden (Carabineros de Chile) y las Fuerzas Armadas amparados por el Ministerio del Interior.

De acuerdo a lo señalado por una encuesta realizada por Espacio Público en el año 2017, un 74% de la población señala que la pensión recibida no alcanza para satisfacer sus necesidades. Mayores antecedentes en https://www.espaciopublico.cl/wp-content/uploads/2017/05/Doc-RefN%C2%B036-Pensiones-v2.pdf

De acuerdo con el informe de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), estas violaciones a los DDHH se traducen concretamente en 11
asesinados/as, 350 casos de personas con pérdida de ojos-visión, un millar y medio de heridos/as y más de 28.000 detenidos/as2. Una sola palabra resume todo ese caudal de necesidades,
expectativas, enfados y esperanzas: “DIGNIDAD”. Este movimiento ciudadano intenta acabar con 30 años de injusticias, que sumando los años de dictadura cívico militar llegan casi a medio siglo.

Este verdadero terremoto social y político, ha sacudido al Estado afectando lo que llaman la gobernabilidad del país (entiéndase domesticación mostrada por los sectores hoy en movimiento).

Pero la intensidad de este evento telúrico-social no parece afectar a los sectores en el podergobierno, al punto de derrumbarles del todo sus convicciones y los pilares ideológicos que dan soporte al modelo económico que instalaron en el país durante la dictadura y consolidaron durante la democracia electoral que la sustituyó: extractivismo, AFPs, empleos precarios, desprotección
laboral, desprotección a los/as ancianos/as y sectores más vulnerables de la sociedad, salarios para muchos bajo la línea de pobreza. En fin, un capitalismo de apropiación por pocos del patrimonio
de Chile y sobre explotación de la gente.

Hasta ahora la respuesta de emergencia a esta sacudida por parte de la élite gobernante, además dela represión, ha sido la llamada “Agenda Social”, que solo considera aumentos marginales en pensiones, salarios, congelamiento de precios en transporte público hasta nuevo aviso, y reducción insignificante en precios de la luz y otros servicios. Estas medidas, a ojos “del movimiento”, no
son más que migajas y, en consecuencia, se ha instalado la idea de que nada ha cambiado significativamente, por cuanto la movilización debe mantenerse. Mientras, de parte del Gobierno se  enfatiza que estamos peor a consecuencia de los daños causados durante las protestas, y se apuesta por el agotamiento de estas manifestaciones y la criminalización del “movimiento social”.

Fuera de las apuestas políticas huelga reconocer que la reputación del modelo económico chileno y de Chile como ejemplo exitoso del libre mercado neoliberal, se dañó para siempre en la
comunidad internacional, y en el país mismo no podrá operar nunca más con la misma impunidad y desvergüenza que ostentó los años anteriores.

Otro impacto de las movilizaciones en la política estatonacional, es que abre un escenario inesperado para la convivencia sociopolítica del futuro, que deseamos y aspiramos se dé en mejores condiciones que en el presente. Nos referimos a la instalación de la idea de “nuevo” pacto político-social llamado “Acuerdo por la Paz y una Nueva Constitución”, cuya expectativa y demanda ciudadana supone la construcción participativa de una Carta Fundamental (incluyente de las minorías) que sepulte a la constitución presente y el legado de la Dictadura.

Mas sobre esto último, como resultado de las protestas, los grupos de poder en el terreno de la política, han rendido a regañadientes una bandera de lucha que sostuvieron desde la dictadura misma y hasta nuestros días: la Constitución de 1980 remozada por el presidente Ricardo Lagos en el 2005. Dicho instrumento está en el sustrato del poder que ostentan, desarrollan y del que han
hecho gala. Y aunque hoy la misma se mira como un texto desprestigiado y debilitado en términos.

El rendimiento a que hacemos alusión en el párrafo anterior se expresa en el acuerdo alcanzado entre fuerzas políticas que no representan todo el espectro político estato nacional, promocionado
el viernes 15 de noviembre del 2019, y denominado Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución (el Partido Comunista y otras fuerzas menores fueron excluidos o se auto excluyeron). El acuerdo,
según la prensa, habría puesto un epitafio a la Constitución del 1980 y se traduciría básicamente en las siguientes medidas:

a) un plebiscito de entrada para decir SÍ o NO a una nueva Constitución.
b) en caso de ganar la opción afirmativa elegir entre dos modalidades: 1º Convención Mixta (porcentaje igualitario de congresistas y personas electas) y, 2º Convención Constituyente (léase que se presupone semánticamente lo mismo que Asamblea Constituyente -conformado enteramente por ciudadanos electos-, pero que sus críticos señalan no es lo mismo por cuanto se trata de un evento social “preformateado” por los/as parlamentarios/as).
c) un mecanismo decisorio que considera 2/3 para la aprobación de las leyes que quedarán establecidas en esa Constitución.
d) finalmente, un plebiscito ratificatorio al final del proceso determinará si la nueva Constitución es aprobada por la ciudadanía o no (plebiscito que será obligatorio).
e) una comisión técnica fijaría detalles del acuerdo en el corto/mediano plazo.

El Acuerdo por la Paz y nueva Constitución resumida antes, no debe ser interpretado de ningún modo como una victoria total de los y las oponentes al gobierno (lo decíamos antes). Es más, esa
propuesta, considerando las observaciones anotadas en paréntesis (tomadas del análisis de algunos/as cientistas sociales), no ha tenido una recepción favorable en “el movimiento”, de modo
que lo que algunos/as militantes de fuerzas políticas opositoras al poder-gobierno esperaban fuera una celebración, ha tomado la apariencia de una congoja fúnebre. Sobre todo, porque ha habido
renuncia de militantes a partidos en que líderes a título personal firmaron dicho acuerdo, y partidos políticos que se sintieron traicionados por ese acuerdo dentro de una alianza política terminaron dejando la alianza. De ese modo, los que rendían una posición defendida por décadas, ganaban en la división y debilitamiento de sus oponentes; mientras los que ganaban arrancándole el compromiso de cambiar la Constitución a los primeros, perdían en unidad, coherencia ideológica y fuerza para enfrentar a sus rivales. Y, qué decir, pérdida de reconocimiento-simpatías de parte “del movimiento”.

La crítica al acuerdo que ha levantado la mesa de Unidad Social constituida por organizaciones sociales, federaciones de estudiantes y sindicatos, sostiene que dicho arreglo ha sido fraguado a espaldas “del movimiento” (el movimiento no fue consultado ni menos invitado a sentarse a la mesa a pactar), por políticos/as que son parte del problema y que gozan de un desprestigio que no
los hace moralmente aptos para arrogarse hablar por el “pueblo” o sobre lo que el “pueblo” quiere.

Esto es, tutelar al movimiento respecto de lo que es bueno o malo, posible o imposible. Se desprende de esta crítica, que al menos parte “del movimiento” apuesta a un proceso constituyente que prescinda de los políticos, validándolo por sí mismo en cabildos o asambleas populares autoconvocados para hacer una nueva Constitución desde allí o desde abajo hacia arriba, y por el mismo movimiento. La consulta que han llevado a cabo ahora a mitad de diciembre múltiples municipios del país, se inscribe en esa perspectiva.

A la fecha, sabemos que la Cámara aprobó la idea de legislar sobre la reforma constitucional que repone voto obligatorio en las elecciones populares. La derecha ejerció en un primer momento su
histórico poder de veto hacia la paridad de género, escaños reservados para pueblos indígenas y las listas de independientes, lo que demuestra que efectivamente las principales fuerzas políticas conservadoras que defienden este Acuerdo no eran proclives a una nueva constitución, ni a los cambios que exige la ciudadanía. En un sorprendente ejercicio de poder constituyente, más de dos millones de personas participaron en la consulta ciudadana organizada por 225 municipios del país. De estas, 29 comunas lo hicieron a través de una plataforma digital (Evoting), proceso que representó al 70% del padrón con un total de 1.055.044 votos. Una amplia mayoría de los/as votantes, se inclina por escaños reservados para los pueblos indígenas y la paridad de género. Por  ejemplo, en las comunas de Cerro Navia, Independencia, La Pintana, Macul y Valparaíso (que formularon el mismo ítem) de un total de 235.040 votantes, 214.640 se inclinó por la opción sí.

En consecuencia, este mecanismo de democracia directa se contrapone a las voluntades de la élite gobernante, que con total ceguera política reivindica su poder de representación, argumentando que deben resguardar el orden institucional (y omiten que en el fondo no desean perder sus privilegios) y se escudan en que dichas materias no estaban en el “Acuerdo Original”, negando las posibles salidas a una de las crisis sociales más significativas que hemos tenido en las últimas décadas, lo que podría exacerbar esta revuelta social y acrecentar las violaciones a los derechos humanos.

El 19 de diciembre de 2019, a través del oficio Nº15.242 enviado a S.E el Presidente del Senado, La Cámara de Diputados “aprueba el proyecto de reforma constitucional que modifica la Carta Fundamental para reservar escaños a representantes de los pueblos indígenas en la integración del órgano constituyente que se conforme para la creación de una nueva Constitución Política de la República”. De esta resolución, nace un problema o un dilema que no puede ser sino motivo de preocupación para nuestra gente y los miembros de otros pueblos indígenas. Esto es lo que nos motiva a escribir este manifiesto, en un intento, no de clarificar lo que ocurre, pues a cada uno le corresponde hacer sus lecturas y tomar sus decisiones, sino de entregar elementos de juicio que le permitan a los miembros de nuestros pueblos-naciones navegar en estas incertidumbres con mejores probabilidades de relevar sus reivindicaciones políticas, sociales y económicas, entre ellas, la idea del reconocimiento del carácter plurinacional del Estado, de las autonomías regionales, indígenas y polinésicas y consecuente con lo anterior, del autogobierno mapuche en un futuro no tan lejano.

Este texto se escribió durante el mes de diciembre de 2019 En un momento confuso y en el que se reclaman cambios políticos, ¿Participar, no participar o cómo participar? El debate No es misterio para nadie decir que la “sociedad” estatonacional está dividida, y hoy más que nunca requiere una mínima cohesión ante la comunidad política. En esa sociedad, a la tradicional división política entre izquierdas, derechas y otros (transformadores, conservadores, progresistas), hoy agregamos la gran división entre el Estado, de una parte, y la nación de otra. Esto es, de un lado la casta política que se hace llamar estadistas (representadas por el gobierno, parlamentarios/as, ministros/as y otras autoridades políticas) más la burocracia del Estado (policías, militares, otros), y de otro lado la “nación estatal”: los/as chilenos/as (lo que de común se califica de “movimiento social” pero que hoy dada su masividad y transversalidad en su composición podemos identificar como la nación estatal en movimiento). Estas dos entidades se encuentran en confrontación, con la última de ellas impugnando a la primera: el Estado, y a todo el espectro político con su orden desigual e injusto creado desde la dictadura.

Pero a las divisiones tampoco se escapan los/as mapuche. Por estos días, y frente a lo que está ocurriendo en el país, encontramos opiniones tan diversas como las que siguen:

• Frente a consulta de si hará campaña a favor del “Sí” a una nueva Constitución. “Por supuesto y para que tengamos una nueva Constitución y para que esta sea de una constituyente completa 100% elegidos los delegados por votación popular y que sea representativa de lo que Chile es…” Senador, Partido Demócrata Cristiano, Francisco Hunchumilla (Cambio21, 21/Nov/2019).
• Alguien promueve participar bajo la condición de: “Que al menos, exista un representante de cada pueblo indígena existente”. Fernando Quilaleo, Partido Por la Democracia (El Desconcierto, 11/Dic/2019)
• En el horizonte de los que quieren participar en ese proceso pero no ven condiciones ideales: “El no reconocer la historia, el no reconocer a quienes primero hemos habitado en este país, la verdad uno se siente discriminada y donde uno siente que la élite política olvida y ha olvidado desde siempre a los pueblos originarios, por lo tanto, hay un nivel de clasismo y de racismo  precisamente en los partidos de Chile Vamos y especialmente en la UDI”. Diputada, Emilia Nuyado, Partido Socialista (El Desconcierto, 9/Dic/2019).
• Finalmente: “Los dirigentes mapuche Iván Reyes, Lautaro Pilquil, Aucan Huilcaman y Evaristo Curical, informaron a través de una carta que iniciarán su propio proceso constituyente, el cual no se supeditará al de nuestros vecinos chilenos».” (El Mostrador, 19/Nov/2019).

Sin duda, hay mapuche a favor de no cambiar la Constitución actual (en consecuencia, de no cambiar el modelo político, social y económico), pasando por otros que sí la quieren cambiar. Dentro de estos últimos hay quienes no discuten la forma en que se quiere hacer, tomando por garantía lo ya propuesto en el Acuerdo por la Paz y Nueva Constitución antes mencionado; mientras otros creen que no hay condiciones en ese acuerdo para la participación de los/as mapuche, proponiendo que debe haber escaños reservados para los pueblos indígenas u otras condiciones discutibles. También hay quienes se encuentran poco preocupados/as por esas discusiones, porque intentan aprovechar la debilidad del Estado para autodeterminarse (a río revuelto…), sin darle cuentas a nadie y valiéndose de una -de las tantas posibles- interpretación del derecho internacional, sin consideraciones a la política entendida como relaciones de poder/fuerza (volveremos sobre esto más adelante).

De los/as primeros/as no podemos decir mucho, a excepción de que no deben ser un número despreciable, considerando que en la Araucanía (sin incluir otras áreas geográficas) la derecha obtiene desde 1990 en adelante y votación tras votación, mayoría de votos. En el mundo de las ciencias sociales se ha impuesto la tesis de que los/as mapuche votan por la derecha. Podrá ser esta una afirmación disputable, pero en atención a la última elección, tan solo en la comuna de Puerto Saavedra (de relativa mayoría mapuche) se impuso un candidato diferente a Piñera. Por otra parte, recientemente el presidente de Renovación Nacional ha dicho en una entrevista en televisión, que ellos tienen una alta tasa de militantes mapuche. Suponiendo que entre estos mapuche de derecha (y no estamos hablando de los simpatizantes UDI ni de Evópoli) haya quienes voten “NO” al cambio constitucional y otros que sigan al presidente de Renovación Nacional (quien ha declarado que votará “Si”), de todas formas habrá mapuche votando a favor de las tesis de la derecha, que en gran medida resisten cambiar de Constitución.

De los/as que quieren participar del proceso constituyente, es posible decir que hay quienes aceptan las reglas del juego tal como la han diseñado los/as políticos/as, y quienes quieren ponerles ingredientes a esos acuerdos. Del segundo grupo se debe destacar su intento de conseguir espacio propio para los/as mapuche, que evite que sean tutelados-sustituidos en sus voces por los miembros de la nación estatal dominante (chilenos/as). Y aquí destaca el discurso de los escaños reservados con dos matices. El primero sostiene que al menos debería haber un representante indígena por cada pueblo, representante a su vez de organizaciones tradicionales. El segundo, no arriesga números ni cualidades de los representantes, pero postula la necesidad de escaños reservados para los pueblos indígenas.

Al realizar el análisis de la pregunta por pertenencia étnica en las bases de datos del censo 20177 un 12,8% de las personas declara pertenecer a algún pueblo indígena, lo que corresponde a un total
de 2.185.792 personas, en tanto, un 87,2% señala no pertenecer a ningún pueblo indígena, lo que corresponde a un total de 14. 890. 284, lo que da un total poblacional de 17.076.076 personas, existiendo 497. 927 personas que no contestaron la pregunta.

Teniendo como base la información previa, en la siguiente tabla se observa un análisis sobre las distintas opciones para escaños reservados:

Como se aprecia (y hacemos hincapié que toda esta discusión-desarrollo es conjetural, con datos a veces confusos y con referencia al censo del 2017), lo primero que salta a la vista es que proponer un representante por pueblo o nación no hace justicia a los números (columna A). Los/as mapuche, con un potencial de representación nacional del orden de 16 constituyentes (columna B),  pierden la posibilidad de ingresar/proponer sus demandas, que son diferentes a las de otros pueblos, por ejemplo, la autodeterminación, esgrimida por el pueblo mapuche como una temática central en sus reivindicaciones. Por tanto, tal proposición es de una candidez inquietante en un ambiente político donde los intereses de cada nación están en juego, y donde los gestos por incluir a las naciones dominadas, negadas e invisibilizadas los debe hacer la nación estatal (chilenos). Si alguien tiene que ceder escaños de representación en cualquier instancia que lo requiera, debe ser la nación estatal.

De otra parte, sostener que la representación mapuche en esa Convención Constituyente la deben hacer los representantes de instituciones representativas como: un consejo de longkos, o implemente longkos de comunidades o dirigentes de organizaciones campesinas (los “realmente mapuche”), conlleva el problema de dejar fuera a todos/as aquellos/as, -la mayoría-, que no encajan en ese cedazo. Por ejemplo, los/as jóvenes -que por lo común son los/as que llevan en peso de la lucha- raramente son longkos o autoridades tradicionales. Las mujeres, que la mayor parte del tiempo están excluidas de cargos públicos, lo seguirían estando bajo esta modalidad, dado que es raro ver mujeres longko. Y qué decir del mundo urbano-migrante que es la mayoría de los indígenas hoy, y que plantean un problema a la pregunta: ¿qué es ser mapuche hoy luego de la incorporación forzada al Estado en el siglo XIX?, Por ello es histórico o ahistórico suponer que los mapuche son exclusivamente campesinos, hablantes de mapuzugun y viviendo en comunidades rurales (que es pasar por alto que fueron puestos en reducciones donde emergió la sociedad campesina de hoy y los/as urbanos/as o migrantes que no recibieron tierras siendo expulsados/as a los centros urbanos o latifundios como mano de obra barata). Todos ellos/as quedarían excluidos/as.

Es distinto decir “la representación la deben hacer autoridades tradicionales”, que decir “las organizaciones “tradicionales” como cualquier otra organización o ciudadano/a mapuche tienen derecho a levantar candidaturas para elegir “constituyentes mapuche” (cualquier autoridad “tradicional” parte con ventaja en cualquier elección pues ya tienen un voto cautivo de su lado).
Al respecto no olvidar que, así no sea “occidental” o “tradicional”, toda posición de poder es delegada o impuesta, no es natural, y en tanto representación, es un poder de alguien que está a la base de toda forma de poder-representación, ya que el/la humano/a es preexistente a cualquier forma de organización política, así sea jefatura-cacicato, sub-Estado, Estado o supra-Estado, a menos que se acepte el origen sobrenatural de las autoridades (lo que nos retrotrae al siglo XVIII y mucho más atrás aún) o al origen emanado per se de un título otorgado por el Estado (o sea estamos validando la incorporación, entre otras, de la destrucción de la organización política previa y la instalación de la nueva: liderazgos reduccionales).

En un proceso constituyente se trata de que esas personas a la base de todo sistema político deleguen en representantes de su gusto, reconocimiento de sus capacidades o reconocimiento de sus habilidades, un poder de representación. La legitimidad del proceso constituyente se garantiza con legitimidad del/la representante. Lo que conocemos como autoridades tradicionales o lo que algunos/as llaman “instituciones representativas” simbolizan grupos patrilineales (lov) antes que a toda la sociedad mapuche en su conjunto. Y hay tantos de estos/as líderes, que elegir a 16 a dedo deja a todos los demás fuera, que son muchos, dejando la pregunta por qué a él/ella y no a mí (qué influencias tiene este para ser elegido de esa forma). Por lo anterior, hay quienes han propuesto que esta elección de representantes debería hacerse por un registro de votantes mapuche, y que todo aquel que ejercite sus derechos políticos ciudadanos no podría votar en las elecciones de otras nacionalidades.

Esto último no es baladí, porque hay quienes desde el mundo mapuche sostienen una suerte de doble ciudadanía unidireccional en el voto étnico, tras la idea de “doble carácter” de la ciudadanía. Esto es, reivindican para los/as mapuche un espacio propio de deliberación y toma de decisiones (un registro de votación propia), pero al mismo tiempo participar en las deliberaciones y  decisiones del grupo mayor del que forman parte (por gusto o disgusto: la nación estatal). Suena bien, pero alguien de la nación estatal podría preguntar con todo el derecho del mundo, ¿y si ustedes pueden participar en nuestra deliberaciones y decisiones?, ¿por qué no a la inversa también? Es más, ¿porque no hacemos desaparecer toda esa burocracia y todos/as participamos de todo? La asimilación hecha realidad. Quizá no es mala la idea de escaños reservados y voto étnico separado por un registro electoral exclusivo para cada pueblo-nación (en esta situación constituyente). Ese registro debería operar sobre la base del registro de inscritos en la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI) pero no restringido a él, sino a la ley 19.253, que define quiénes son o no indígenas quedando así habilitado para poder votar donde sea.

Para cerrar este punto, de aquellos que actúan fuera del sistema llamando a crear un gobierno propio del Biobío al sur (no está claro donde termina ese sur), se puede presuponer que están operando fuera de las reglas que “el movimiento” está tratando de establecer (y, obviamente, de las reglas de los que están tratando de conservar su poder). Por ahora parece una sagaz e intrépida
acción política, que solo es permitida por la debilidad del gobierno. Pero ella podría perfectamente dar cuenta de una lectura equivocada de la coyuntura, esto es, creer que el gobierno o las autoridades del Estado son más débiles de lo que se cree, que son las del viejo discurso nacionalistas de “todos somos chilenos”. Si por ahora no se ve reacción al discurso de estos mapuche en parte es porque se los considera débiles también.

Los/as partidarios/as de esa posición dentro del mundo mapuche, y no tenemos cómo cuantificarlos, no parecen muchos, aunque se habla de 250 comunidades participando del encuentro del cerro Ñielol los días pasados. Esa es una fracción pequeña del total de comunidades mapuche que existen, que superan las 3.000. Un par de organizaciones lideran ese movimiento entre las que destaca el Consejo de Todas las Tierras, la Coordinadora Arauco Malleco y otras comunidades en resistencia como Temucuicui. No obstante, una salida de ese tipo requeriría una sociedad nacional mapuche muy cohesionada e involucrada con el discurso, al estilo catalanes en España, escocés en el Reino Unido, o quebequenses en Canadá; los que han solidificado su postura sobre la base de medir su fuerza-apoyo en consultas-votaciones populares sin conseguir sumar lo suficiente aún. Suponemos que quienes están en esta posición no participarán del proceso constituyente en Chile, pues tienen el suyo propio o simplemente no tienen nada porque ello es “occidental”.

¿Qué hacer? O, ¿Cómo ayudar a avanzar una agenda a favor de los Pueblos Indígenas?

En este manifiesto no intentamos dar recetas o fórmulas, más bien esperamos entregar elementos que ayuden al/la lector/a (que suponemos integrantes de nuestro grupo de pertenencia: los/las mapuche y otros pueblos indígenas), a descubrir sus propias inclinaciones y tomar sus propias decisiones. Nosotros/as solo deseamos poner a usted, lector/a, frente a posibilidades u opciones de salida frente al futuro proceso constituyente. Aquellas que se evidencian con mayor nitidez, entre tantas otras, a manera de posibles caminos a transitar, sin que nadie asegure a nadie llegar a  finales felices. Y hacer eso nos obliga a confrontarnos a nosotros/as mismos/as como sociedad política. A revelarnos de igual modo, algunas verdades (a veces incómodas) desde las cuales podamos contribuir a crear-fundamentar nuestras apuestas políticas.

La primera de esas verdades ya fue adelantaba en el subtítulo anterior. No somos una sociedad política cohesionada. Coexisten al interior de la sociedad mapuche múltiples visiones, ideas y proyectos políticos que forman el sustrato de las posiciones que avanzamos bajo la forma de discurso público. La primera de esas ideas tiene que ver con la identidad asumida, pregunta del censo 2017. En estudios y encuestas de la última década se muestra que hay mapuche que se consideran solo mapuche, otros/as que se consideran mapuche-chilenos/as, otros/as chilenomapuche e incluso algunos/as solo chilenos/as. Dejando de lado los más de100 años de historia y colonización que operan en las cabezas de cada uno a la hora de arribar a tales definiciones (grado
de asimilación), destacamos aquí que eso puede influir en las decisiones de cada cual y los caminos que se ofrecen para hacer frente al escenario futuro.

Por ejemplo, y hablando en términos genéticamente puros y sumamente discutibles en la “realidad” (las caracterizaciones que hacemos a continuación entiéndanse solo como caricaturas con fines explicativos-pedagógicos), alguien presumiblemente mapuche, pero que se considera únicamente chileno/a o dentro de las categorías chileno-mapuche, podría no estar interesado/a en conquistar derechos políticos como identidad nacional diferenciada, pues no ve a su grupo de pertenencia como sujeto de derechos especiales con relación al conjunto de la población del Estado del cual se siente parte. Podría ser que para él/ella lo mapuche fuera folklore, o una más de las tantas aportaciones que se funden en el crisol de una nueva nación: la chilena (como podría ser tener ancestros alemanes o franceses).

Esa idea del párrafo anterior podría ser la fuente que alimenta la posición “NO al cambio de constitución”, que algunos/as mapuche promueven (especialmente mapuche vinculados a la derecha o sector más conservador de la sociedad estatonacional chilena). ¿Para qué hacerlo?, ¿Para qué desperdiciar tiempo y recursos si al cabo todos/as somos chilenos/as, aunque tengamos diferentes descendencias? Que todo siga igual, mejorando algunos pequeños detalles (el artículo 10 número 1, de la presente Constitución define a los chilenos como todos los que nacen en territorio chileno, negando la existencia de otras naciones en “territorio” chileno).

Caso contrario, una persona que se siente únicamente mapuche o mapuche primero y luego chileno/a, podría desarrollar un nacionalismo (no el único tipo, por cierto) que alentara la idea de que su grupo nacional debe vivir totalmente aparte o autodeterminado de otro grupo nacional al cual está ligado por razones de la historia y no por voluntad propia (dominación de una nación por otra). Bajo esta perspectiva hacer todo lo posible por salirse del Estado y crear uno propio bajo el discurso de la libre determinación de los pueblos, podría ser una tentación, más cuando el Estado se encuentra en un punto de debilidad en que quizá no pueda reaccionar para detener el proceso de desapego-desintegración. Avanzar entonces al autogobierno y construir una estructura estatal propia, instalando un gobierno en un territorio delimitado y que el Estado reivindica como propio, cuando en verdad es lo que nos legaron nuestros ancestros, es la tarea del momento. La propuesta entonces es autodeterminarse en términos de secesión.

Pero también podría ocurrir, y esto es más factible como interpretación, que quienes estén en una posición más etnonacionalista busquen el autogobierno mapuche dentro de Chile, en atención a que hablan de un estatuto autonómico propio, lo que equivale a ser interpretado como autodeterminación-interna o autonomía. Los estatutos son propios a las autonomías dentro de los Estados, como las Constituciones a los Estados, de manera que, si bien su lenguaje conceptual parece radical apelando a la libre determinación, en verdad quieren decir autonomía al interior de Chile, no separación de Chile. Lo complejo en cualquiera de los casos, párrafo anterior o este, es que el territorio que demandan para su utopía, -Biobío al sur-, está ocupado y colonizado mayoritariamente por miembros de la nación estatal (solo en la región de La Araucanía y Aysén los/as mapuche superan el 20%, en el resto apenas alcanzan el 10%), de modo que la forma de administrar un  territorio tan extenso no se ve clara. Quienes sostienen esta idea deben hacer esfuerzos mayores por aclarar mejor su demanda e intenciones, si desean ser bien comprendidos, incluso dentro de su grupo de pertenencia.

De las otras opciones, que no riñen con la idea de participar del proceso constituyente que se ha echado a andar en el país, de la mano con las otras naciones que se encuentran luchando por un Chile mejor, podemos distinguir dos situaciones. La de aquellos que participaran del proceso vinculado a sus militancias en partidos políticos estatonacionales (PDC, PR, PPD, PS, PC, FA y ex FA), y la de aquellos que no militan en partidos de ese tipo, sino que se mantienen independientes (muchos matices entre ellos). Los/as primeros seguirán las directrices de sus partidos y sus propias convicciones respecto de lo que entienden por el conflicto Pueblos Indígenas v/s Estado y las soluciones que promueven sus partidos. En ese sentido el espectro de ideas es bastante amplio y abarca desde posiciones integracionistas que valoran el multiculturalismo, a otros que apoyan el derecho de los pueblos al autogobierno bajo formas autonómicas.

En esta última perspectiva se encuentran mayoritariamente concentrados partidos políticos desde el PPD/PS pasando por el PC y hasta el Frente Amplio. Aunque se desconoce con certeza cómo cada uno de estos partidos políticos entiende esa autonomía. Es por ello que en este grupo han salido propuestas como que debe haber al menos un representante por pueblo indígena en la constituyente, a otras que mencionan que debería haber escaños reservados proporcionados en forma generosa sin arriesgar números.

En el caso de los/as independientes hay de todo. Desde quienes apoyan a los sectores conservadores, hasta aquellos/as que promueven la construcción de un Chile plurinacional con autonomías y autogobierno indígena. Algunos/as de estos están organizados en estructuras etnogremiales, centros de estudio, ONGs y otros, con un poder de influencia limitado. Nosotros/as mismos/as, quienes redactamos este manifiesto, nos incluimos en este grupo y tenemos unas opciones y lecturas de la realidad política favorables al pluralismo nacional (que Chile se reconozca como un espacio político de múltiples naciones conviviendo bajo un mismo techo: el Estado), y esperamos que eso se traduzca en regiones plurinacionales autónomas y territorios o municipios con autogobiernos exclusivamente indígenas.

Pero lo más importante, -y esta es una segunda verdad que hay que someter a escrutinio en estos días-, es que nadie puede arrogarse para sí, ni persona ni organización, ser la “voz” del “pueblo mapuche”. Esto es, transformarse a sí mismo/a como el/a vocero/a de una entelequia que le habría dado la representación. A diferencia de otras naciones en que de común se ha medido el apoyo de los líderes en eventos democráticos y masivos (recordemos los plebiscitos quebequenses en Canadá, escoceses en UK, o catalanes en España), eso no ha ocurrido hasta ahora entre los/as mapuche, de manera que la apelación al pueblo como si el pueblo estuviera detrás del que hace el discurso es solo retórica. Hoy nos encontramos entonces ante la oportunidad de solidificar esos respaldos a las posiciones que defiende cada cual en una votación por elegir delegados/as a la Asamblea Constituyente o Convención Constituyente (cualquiera que se imponga). Y ese momento es significativo no sólo para participar de ese proceso, sino también para avanzar en solidificar liderazgos nacionales dentro de la sociedad mapuche.

Tendremos dos posibilidades de participar en el proceso constituyente que se desarrolla. La primera es la Convención Constituyente que se ha acordado por los partidos o instituciones  estato -nacionales y estatodominantes. Es decir, una participación en un evento ya formateado de ante mano, con reglas del juego limitadoras como lo es la aprobación de normas/leyes por 2/3. Es más, algunos/as han calificado esta Convención Constituyente como el mal menor, en atención a que, en un proceso constituyente libre, deberían ser los/as propios/as constituyentes quienes fijaran las reglas de funcionamiento y los tiempos. La segunda opción es la Asamblea Constituyente nacida de la propia movilización. De hecho, en esa perspectiva se han venido haciendo cabildos no vinculantes desde el inicio de las movilizaciones.

Los resultados de la reciente consulta de los municipios respecto a una nueva Constitución indican una clara mayoría a favor de esta última, con 846.110 votos (91,3%) contra 80.378 que la rechazan (8,7%). En cuanto al mecanismo, la opinión fue clara a favor de una Convención Constitucional integrada en su totalidad por ciudadanos electos íntegramente para este efecto, con 45.393 votos versus los 138.647 que prefieren la Convención Mixta.

En términos de ideales, la Asamblea Constituyente es lo que más se acerca a la idea genuina de lo que es un proceso constituyente desde abajo hacia arriba, toda vez que en el derecho son las
personas las que preceden al Estado (el Estado es su artefacto) y, en consecuencia, como creadores/as, son los/as que cuando quieran lo pueden cambiar/modificar. Pero, al mismo tiempo, en política las cosas están gobernadas por la fuerza o mejor aún el poder. Quienes tienen más poder que otros, les imponen a los/as otros/as las formas y modalidades, y en esta coyuntura política aun los que están en el Estado-poder (especialmente los que están en el poder-gobierno) tienen suficiente fuerza para imponer sus preferencias (los militares y las fuerzas represivas que desequilibran la balanza están de su lado).

Por ahora la historia sigue abierta, todo cambia muy rápidamente. En los próximos meses se definirá con claridad una de estas dos opciones. En ese momento, opinaremos sobre los contenidos a defender ofreciendo argumentos a quienes nos representen en la institución constituyente que prevalezca. Lo que aconsejamos en todo caso es participar, participar, participar y seguir participando. Este es un momento histórico en el Estado al cual por voluntad o sumisión estamos vinculados, y el futuro de nuestro pueblo/nación, así como de las generaciones por venir, van a estar afectados/as por las decisiones que se tomen en esta coyuntura, y ante eso no se puede ser indiferente, ni dejar esos asuntos en manos de otros, particularmente de aquellos que nos han
dominado políticamente hasta ahora.

Notas.
1. De acuerdo a lo señalado por una encuesta realizado por Espacio Público en el año 2017, un 74% de la población señala que la pensión recibida no alcanza para satisfacer sus necesidades. Mayores antecedentes en https://www.espaciopublico.cl/wp-content/uploads/2017/05/Doc-RefN%C2%B036-Pensiones-v2.pdf
2. Con seguridad al momento de ser publicado este texto estas cifras habrán aumentado.
3. Mayores antecedentes sobre la Agenda Social, en: https://prensa.presidencia.cl/comunicado.aspx?id=123766
4. Este texto se escribió durante el mes de diciembre de 2019
5. Consultar http://www.economiaynegocios.cl/noticias/noticias.asp?id=542146
6. Consultar https://www.theclinic.cl/2019/11/12/mario-desbordes-asegura-que-estaria-en-la-calle-si-no-fuera-diputado-mi-hijo-se-manifiestapor-la-pension-de-mi-padre-que-son-180-mil-pesos/
7. Información disponible en http://www.censo2017.cl/microdatos/

Proceso constituyente y el miedo a la democracia

Por José Aylwin, Presidente del Observatorio Ciudadano

Examinando la experiencia internacional, desde Latinoamérica hasta Kenia o Nueva Zelanda, esta columna ofrece un completo panorama de cómo mujeres, independientes y pueblos originarios participan en las asambleas constituyentes. Las constituciones, nos recuerda el autor, no son solo leyes: son, sobre todo, “pactos sociales para hacer posible la convivencia democrática de una sociedad y, por lo mismo, “deben contar con la participación de los más amplios sectores”. Al negarse a esa participación los políticos expresan temor a la democracia, argumenta.

La Comisión Técnica Constituyente a la que dio origen el Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución, conformada por especialistas de gobierno y oposición, concordó el 6 de diciembre pasado un texto de propuestas de reforma constitucional para hacer posible el desarrollo del itinerario del proceso constituyente previsto en el mismo.

Dicho texto -que será puesto a disposición de los partidos políticos suscriptores del referido Acuerdo- no logró consenso y, por lo mismo, dejó fuera de sus propuestas uno de los temas más sensibles del debate constituyente: el de los mecanismos para posibilitar una representación paritaria de género, una representación proporcional de los pueblos originarios y la participación de independientes en el órgano constituyente a ser electo en abril próximo. Ello en razón de la oposición de la UDI y sectores de Renovación Nacional. Por lo mismo, este tema quedará en manos del Congreso Nacional, que tiene plazo hasta junio de 2020 para introducir reformas sobre la materia.

La negativa a introducir reformas para posibilitar una representación amplia en el órgano constituyente es lamentable. Ella es demostrativa de una tendencia histórica de la derecha chilena que, amparada en la Constitución de 1980, ha obstaculizado sistemáticamente las reformas que profundizan la democracia. Los partidos políticos, incluyendo por cierto los que integran Chile Vamos, no pueden sino estar conscientes de que esta actitud está a la base del estallido social que vivimos hoy; y explica tanto la baja credibilidad que tienen en la población, como su precario nivel de representatividad.

Ello se manifiesta no solo en la brusca caída de participación ciudadana en los procesos electorales, sino también en todas las encuestas de opinión, en la última de las cuales (Termómetro Social, Octubre 2019), los partidos aparecen como la institución de más baja evaluación ciudadana (2,4 en un ranking del 1 al 10), por debajo de los Tribunales de Justicia (3,4), el Presidente de la República (2,8) y los parlamentarios (2.5).

La derecha chilena tampoco puede ignorar la tendencia hoy dominante en las democracias modernas, cual es la apertura de espacios de representación de sectores que por distintas razones –económicas, sociales, culturales– han estado hasta ahora marginados de participar en los órganos electivos de los Estados.

“La negativa a introducir reformas para posibilitar una representación amplia en el órgano constituyente es demostrativa de una tendencia histórica de la derecha chilena la que, amparada en la Constitución de 1980, ha obstaculizado sistemáticamente las reformas que profundizan la democracia.”

Tal tendencia encuentra su fundamento en el derecho de todo ciudadano a participar en la dirección de los asuntos públicos reconocida en convenios internacionales suscritos por Chile –entre otros el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de Naciones Unidas y la Convención Americana sobre Derechos Humanos–. La misma tiene como fundamento último el derecho a la igualdad que, para ser efectivo, requiere de mecanismos de discriminación positiva en favor de ciertos sectores que se encuentran en posición de desventaja objetiva para poder ejercer sus derechos humanos, como lo es la participación política.

Existe hoy un consenso creciente de que las constituciones, más allá de ser instrumentos jurídicos, son sobre todo instrumentos a través de los cuales se construyen acuerdos o pactos sociales para hacer posible la convivencia democrática de una sociedad y, por lo mismo, deben contar con la participación de los más amplios sectores. Tal como afirma el jurista Yash Ghai (2006) al referirse a la participación en los procesos constituyentes en la teoría constitucional y en base a la experiencia comparada:

Si bien los partidos han de desempeñar un papel fundamental, es necesario que otros grupos e intereses queden representados (mujeres, personas discapacitadas, minorías, sindicatos, el sector privado, la sociedad civil y los movimientos sociales). En alguna medida, estos grupos e intereses estarían representados en los partidos, pero resulta de valor el que cuenten con sus representantes directos. Resulta claro que todas estas formas de representación tienen un impacto en el proceso y en sus resultados. Esto abrirá puertas a la reconciliación de comunidades que se sienten marginadas del sistema político vigente… y garantizará una justicia social para todos.

En el caso del proceso constituyente que hoy está en desarrollo en Chile, se requiere de mecanismos de representación especial de al menos tres sectores; mujeres, pueblos indígenas, e independientes, hasta ahora claramente sub representados en los órganos electivos del Estado.

La participación paritaria de la mujer en la instancia constituyente encuentra su fundamento en la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la mujer, la que establece la obligación de los Estados de adoptar “…medidas apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer en la vida política y pública del país y, en particular, garantizar a las mujeres, en igualdad de condiciones con los hombres, el derecho a: a) Votar en todas las elecciones y referéndums públicos y ser elegibles para todos los organismos cuyos miembros sean objeto de elecciones públicas” (Artículo 7).

Si bien el sistema de cuotas de género introducido por ley en 2015, que estableció la obligación de los partidos políticos de incorporar un 40% de candidatas en sus listas de candidatos a elecciones, posibilitó un incremento de la representación de mujeres en el Congreso Nacional en las últimas elecciones (22,6% en la Cámara de Diputados y 23,3% en el caso del Senado), este no ha sido suficiente para garantizar una representación proporcional de género, y por lo mismo mantiene la situación de discriminación de las mujeres en su representación en el parlamento.

La experiencia comparada en América Latina en relación a la participación de mujeres en procesos constituyentes generados a través de Asambleas Constituyentes resulta hasta ahora deficitaria (17 del total de 131 asambleístas en la AC de Venezuela -CP 1999-; 45 del total de 130 asambleístas en la AC de Ecuador -CP 2008-; 86 de 255 asambleístas en el caso de la AC de Bolivia -CP 2009-).

“El derecho a la igualdad, para ser efectivo, requiere de mecanismos de discriminación positiva en favor de ciertos sectores que se encuentran en posición de desventaja objetiva para poder ejercer derechos humanos, como lo es la participación política”.

La misma tendencia deficitaria se refleja en la representación de mujeres en órganos constituyentes en otras regiones del mundo (191 mujeres de 601 en el caso de la Asamblea Constituyente de Nepal -2008-; y 59 de un total de 217 asambleístas en el caso de Túnez -2014-). No obstante, en años recientes se ha avanzado a nivel regional en el reconocimiento de la paridad de género en la elección de órganos legislativos. Es así como Ecuador el 2008, seguido de Costa Rica en 2009, Bolivia en 2010, Nicaragua y Panamá en 2012, y México en 2014 han asumido la paridad (50%) como mecanismo para garantizar igual representación de las mujeres en órganos de representación popular (Unión Interparlamentaria, 2018), en una tendencia que debería también reflejarse en órganos constituyentes.

En el caso de pueblos indígenas, el fundamento de la representación especial en órganos de los Estados que adoptan decisiones sobre los asuntos que les conciernen, como lo son los órganos constituyentes, encuentra también fundamento en el derecho internacional. Es así como el Convenio 169 de la OIT dispone el deber de los estados de establecer los medios a través de los cuales los pueblos indígenas “…puedan participar libremente, por lo menos en la misma medida que otros sectores de la población, y a todos los niveles en la adopción de decisiones en instituciones electivas y organismos administrativos y de otra índole responsables de políticas y programas que les conciernan” (artículo 6 1. b).

De la misma manera, la Declaración de Naciones Unidas sobre Derechos de Pueblos Indígenas establece el derecho a participar en la adopción de decisiones en las cuestiones que afecten a sus derechos “…por conducto de representantes elegidos por ellos de conformidad con sus propios procedimientos…” (Artículo 18).

El derecho de los pueblos indígenas a participar en igualdad de condiciones y a través de sus propias instituciones en procesos electorales tiene también fundamento en la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH).

De especial importancia en este sentido es la decisión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (2005) en el caso Yatama vs. Nicaragua, en la que la CIDH condenó a Nicaragua por la violación del derecho de participación política de los integrantes del partido indígena Yatama, cuyos candidatos fueron privados de participar en un proceso eleccionario por no cumplir requisitos de la ley nacional. En su sentencia, la CIDH ordenó al Estado de Nicaragua la adopción de medidas para garantizar el derecho de los indígenas a participar, en condiciones de igualdad, en la toma a de decisiones en asuntos políticos, integrándose en los órganos estatales en forma proporcional a su población. Junto a ello dispuso que los ciudadanos indígenas no solo pueden ejercer sus derechos de participación política a través de los partidos, sino también, a través de sus propias organizaciones, tomando en cuenta sus especificidades.

Igualmente importante como fundamento de la participación de los pueblos indígenas en los procesos constituyentes, es el derecho que a estos pueblos tienen, al igual que todos los pueblos, a la libre determinación (artículo 3, Declaración de Naciones Unidas sobre Derechos de Pueblos Indígenas).

“La experiencia comparada en América Latina en relación a la participación de mujeres en procesos constituyentes resulta hasta ahora deficitaria: 17 de 131 asambleístas en la Asamblea Constituyente de Venezuela (1999); 45 de 130 asambleístas en Ecuador en 2008; 86 de 255 asambleístas en el caso de la AC de Bolivia en 2009”.

Si las constituciones son entendidas como pactos sociales para hacer posible la convivencia democrática, parece fundamental que en ellos participen representantes de los diversos pueblos que conviven en un mismo Estado. Su exclusión, además de vulnerar los derechos fundamentales de estos pueblos, debilita el alcance del pacto a lograrse, excluyendo la diversidad étnica del país, la que en el caso de Chile, además de ser demográficamente relevante, ha sido históricamente excluida.

En efecto, el déficit que Chile tiene en este sentido es grave. La representación indígena en el Congreso Nacional a la fecha, es precaria. La existencia de cinco parlamentarios que se auto identifican como indígenas, el 2.5% del total, no solo da cuenta de una sub-representación en relación a la demografía indígena (12.8% de la población total según el Censo de 2017), sino además no asegura la adecuada participación de estos pueblos toda vez que estos son electos por partidos políticos de la sociedad chilena.

Los obstáculos que los pueblos indígenas encuentran para participar en órganos de elección popular se ven reflejados en la experiencia del partido político mapuche Wallmapuwen, el que luego de años de tramitación para conformarse como tal, logró ser reconocido como partido regional el 2016. Un año más tarde, sin embargo, sería disuelto el por el Servicio Electoral porque no logró conformarse en tres regiones continuas u ocho discontinuas, como establece la legislación.

Nuevamente, la experiencia comparada en este sentido tampoco puede ser ignorada. En el caso de América Latina, la Asamblea Constituyente de Colombia (1991), que estuvo integrada por 74 miembros, contó con la participación de dos escaños reservados de pueblos indígenas electos en un padrón especial, una representación proporcional a su población (cercana al 3% del total). En Venezuela (1999), la Asamblea Constituyente contó con tres cupos reservados para pueblos indígenas electos a través de una circunscripción especial, del total de 131 integrantes; una representación también proporcional a su población total (2%). En el caso Ecuador (2008) de la Asamblea Constituyente contó con la participación de cinco asambleístas de pueblos indígenas electos en distritos provinciales y nacionales de un total de 124, insuficiente en relación a su población total (7% del total). En el caso de Bolivia, los pueblos indígenas contaron con una participación del 35% del total de 255 de los integrantes de la Asamblea Constituyente de ese país (2009), representación proporcionalmente inferior a su población estimada en 62% del total. Dichos representantes fueron electos tanto a través de la figura de “pueblos indígenas”, reconocida para las candidaturas indígenas, como a través de partidos políticos, fundamentalmente el Movimiento al Socialismo (MAS) (Aylwin, 2014; PNUD, 2015).

“La Corte Interamericana de Derechos Humanos (2005) en el caso Yatama vs. Nicaragua, condenó a Nicaragua por la violación del derecho de participación política de los integrantes del partido indígena Yatama, cuyos candidatos fueron privados de participar en un proceso eleccionario por no cumplir requisitos de la ley nacional”.

Fuera de la región cabe destacar el caso más reciente de la Asamblea Constituyente de Nepal (2008 a 2015). Con un 35% de la población de ese país, los pueblos indígenas estuvieron representados en la primera etapa del trabajo de este órgano a través de 218 del total de 601 integrantes, en tanto en una segunda etapa dicha representación bajó a 183, número en todo caso proporcional a su población. Dicha representación, sin embargo, se dio fundamentalmente a través del mecanismo de los partidos políticos.

La experiencia de participación indígena en Nueva Zelanda, tantas veces citada en los últimos años en Chile como modelo por gobiernos de diferente sello, aunque referida al parlamento y no a un órgano constituyente, es relevante.

En dichos país se establecieron en 1996 cuatro escaños indígenas en un Parlamento integrado por 120 miembros, los que eran electos en distritos especiales. Los escaños indígenas serían más tarde, el 2002, incrementados a siete, siendo electos de la misma forma. A esta representación especial se suma hoy la de 15 representantes maorí que han sido electos como miembros del Parlamento a través del sistema electoral proporcional común, lo que determina que los maorí tengan una representación superior a su demografía, cercana al 15% de la población total (Inter- Parlamentary Union, 2014).

Finalmente, pero no por ello menos importante, cabe referirse a la representación de los independientes en el órgano constituyente. Teniendo presente la escasa representatividad que los partidos políticos hoy tienen en el país, y la ínfima representación de independientes en el Congreso Nacional (2.3% del Senado, y 0.6% de la Cámara de Diputados)- derivada de la exigencia legal que impone a las candidaturas “fuera de pacto” a contar con el patrocinio del 0.5% de quienes hubiesen sufragado en la última elección de Diputados- la generación de mecanismos para asegurar la participación de los independientes resulta fundamental para garantizar la inclusión de la ciudadanía en el pacto social que se pretenda generar a través de un nuevo texto constitucional.

“Si las constituciones son entendidas como pactos sociales para hacer posible la convivencia democrática, parece fundamental que en ellos participen representantes de los diversos pueblos que conviven en un mismo Estado. Su exclusión, además de vulnerar los derechos fundamentales de estos pueblos, debilita el alcance del pacto a lograrse”.

Los ejemplos del órgano constituyente de Kenia (Conferencia Nacional Constituyente), en que 126 de los 222 escaños fueron reservados para candidatos de sociedad civil, y el de Uganda (1995) donde además de reservarse un cupo especial para la elección de 31 representantes de determinados grupos de interés (sindicatos, discapacitados, el Ejército Nacional de Resistencia, entre otros), se estableció cupo para la elección de 39 mujeres del total de 284 integrantes, aparecen como relevantes (Brandt, 2015).

Emblemático en este sentido es el caso de Islandia, país donde a contar de 2010 impulsó un proceso constituyente en que el rol de ciudadanía fue crucial. En efecto, una Comisión Constitucional establecida por el Parlamento nombró una Comisión Constitucional de 7 miembros, quienes a su vez convocaron a un Foro Nacional que contó con la participación de 950 ciudadanos (0,3% de la población total) elegidos por sorteo del registro electoral, bajo ciertos criterios para respetar la diversidad territorial y de género. El 2010 la ciudadanía eligió una Asamblea Constituyente compuesta por 25 representantes, de sociedad civil y de diversas experiencias, profesiones y grupos etarios y de género (10 mujeres y 15 hombres). Aunque dicha Asamblea fue impugnada por la Corte Suprema por cuestiones formales, está fue repuesta por el Gobierno, con el acuerdo del Parlamento como Consejo Constituyente, nombrándose como integrantes a los mismos 25 ciudadanos antes electos como constituyentes. El proyecto de constitución que dicha instancia propuso se basó en lo fundamental en las propuestas emanadas del Foro Nacional antes referido (PNUD, 2015).

Lo anterior nos hace concluir que, lamentablemente, la negativa de la derecha a establecer mecanismos para posibilitar una representación paritaria de género, una representación proporcional de los pueblos originarios y la participación de independientes en el órgano constituyente a ser electo en el país no tiene más fundamento que el temor a la democracia, una democracia sustentada en los derechos humanos y en la experiencia que por la que muchos estados han transitado en años recientes.

Es de esperar que en el debate que tendrá lugar en el Congreso Nacional para analizar las reformas legales que se requieren para posibilitar una representación más inclusiva del órgano constituyente, los partidos de derecha, en especial la UDI, pueden revisar su posición, y dar su aprobación a dichas reformas. Ello resulta fundamental si queremos que a través del proceso constituyente se pueda constituir una constitución en la que todas las personas y los pueblos que habitamos en Chile podamos sentirnos parte, la que deje de ser –como ha sido hasta ahora– la casa de unos pocos, para convertirse en lo que el constitucionalista Patricio Zapata (2015) llama acertadamente “la casa de todos”.

No a la deportación de una defensora indígena

Suiza sería responsable de una violación de los derechos de una representante indígena Mapuche en caso de deportarla a Chile donde enfrentaría el riesgo de sufrir tortura, ha dictaminado el Comité de Naciones Unidas contra la Tortura.

El Comité determinó que la deportación de la solicitante de asilo a Chile la pondría en riesgo de ser sometida a tortura u otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, como lo demuestra el trato sufrido por varios miembros de su familia.

Flor Agustina Calfunao Paillalef, es miembro de la Comunidad Juan Paillalef del pueblo indígena Mapuche, en Araucanía, Chile. Vive en Suiza desde 1996. En 2008, recibió el premio Femme exilée, femme engagée por su continuo trabajo de denuncia de violaciones de derechos humanos sufridas por la Comunidad Juan Paillalef, en represalias a sus esfuerzos por defender su derecho fundamental al territorio tradicional frente a terratenientes no indígenas y a concesiones hidroeléctricas, forestales y mineras.

El 11 de julio de 2018, después de un proceso de 10 años, Suiza rechazó definitivamente la solicitud de asilo de Calfunao Paillalef y ordenó su deportación a Chile. El 17 de agosto de 2018, Calfunao Paillalef presentó una queja al Comité contra la Tortura alegando una violación de sus derechos bajo el artículo 3 de la Convención.

El Comité consideró, como fue observado anteriormente por otros Comités de la ONU, que existe un patrón de violaciones sistemáticas de los derechos del pueblo Mapuche en Chile contra los que defienden sus derechos fundamentales y tratan de mantener su estilo de vida tradicional.

Recordó también que los malos tratos infligidos por particulares dan lugar a la responsabilidad de los Estados cuando las autoridades competentes no ejercen la diligencia debida para prevenir, investigar, enjuiciar y sancionar tales actos, proporcionando así su consentimiento tácito o aquiescencia.

En su decisión, el Comité instó a Suiza a reexaminar la solicitud de asilo.

CORTE SUPREMA ACOGE RECURSO DE APELACIÓN CONTRA NUEVA UNIÓN POR SONDAJES ILEGALES

Recientemente la Corte Suprema ha acogido y dado curso – entre otros- a recurso de apelación interpuesto por agrupaciones defensoras de la Vida (Movimiento Socioambiental Valle del Huasco y Coordinadora por la vida del Valle del Huasco), tras que fuera rechazado el recurso de protección interpuesto en la Corte de Apelaciones de Copiapó.

Esto significa que ahora será el máximo Tribunal del país quien tomará conocimiento de las denuncias de la comunidad respecto de la ilegalidad de los sondajes tanto de Maitencillo, sector de Freirina, como de todos lo que la empresa ha realizado a lo largo de la Provincia y Valle del Huasco sin someter al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (al menos 193 sondajes), todos en lugares frágiles en donde también ya se han denunciado daños y contaminaciones, sobre todo afectación a aguas y crianceros. Conformándose Nueva Unión en una empresa en la que recaen infracciones por fraccionar su proyecto y eludir la legislación ambiental del país.

Las comunidades esperan que en esta instancia si se haga justicia, y todas las acusaciones sean confirmadas y que se tomen todas las medidas para restablecer los derechos constitucionales vulnerados como lo son a la vida, a vivir en un medio ambiente libre y sano de contaminación, a realizar actividades productivas y a la igualdad ante la ley, en especifico para las comunidades diaguitas y su derecho a la consulta indígena.

Cabe destacar -como las comunidades ya lo expusieron en un comunicado público anterior- a pesar de que la Corte de Apelaciones de Copiapó rechazó el Recurso de Protección ésta decidió mantener  la orden de no innovar o sea la paralización de los sondajes en toda la cuenca del Río Huasco hasta “una vez ejecutoriado el fallo”, o sea, hasta que haya terminado todo el proceso judicial en la Corte Suprema. Por lo que la empresa no tiene permiso aún de iniciar los sondajes ni en Maitencillo así como en los otros lugares. Para la comunidad, dicha decisión da cuenta de lo frágil y delicado del tema en cuestión que es lo que han defendido desde un principio. Y declaran “por algo la Corte de Apelaciones de Copiapó no quiso arriesgarse a levantar esta medida cautelar sin previa opinión de la Corte Suprema, entendemos que es porque las consecuencias medioambientales podrían ser graves e irreparables como lo hemos denunciando” y agregan “Este proyecto no tiene ni tendrá Licencia social, no queremos más megaminería devastadora en nuestro territorio, exigimos el derecho a desarrollarnos cómo queremos, un desarrollo que permita la vida de la Tierra y de nuestras próximas generaciones”.

La causa tiene el siguiente Rol: 36413-2019 por medio del que se la puede encontrar en el sistema judicial.

DECLARACIÓN PÚBLICA RESULTADOS COP25 Perdimos el tiempo de actuar

Desde la Sociedad Civil por la Acción Climática (SCAC) y sus organizaciones abajo firmantes, vemos con máxima preocupación los escasos resultados de la COP25, existiendo avances poco significativos para responder a la grave crisis climática que vivimos.

A pesar de la abrumadora evidencia científica y el clamor popular, el poder constituido de los Estados miembros no ha comprometido rápidas y urgentes respuestas que permitan disminuir
considerablemente las emisiones. Tras 25 Conferencias de las Partes, COPs, las emisiones no han dejado de incrementarse. Con los actuales compromisos climáticos globales y el nivel total de
emisiones, se espera que tengamos un aumento de la temperatura por sobre los 3ºC, con la consecuencia de una degradación masiva de los ecosistemas y la vida en la Tierra.

Los objetivos de la COP25 no se cumplieron y la decisión final apenas hace un débil llamado a los países con mayor responsabilidad a realizar esfuerzos más ambiciosos en sus planes nacionales o
NDCs en 2020. Mientras, se aplazó la decisión sobre el detalle de implementación del artículo 6 del Acuerdo de París referido a los mecanismos de mercados de carbono, ante la imposibilidad de
consensuar un texto que incorporara sólidas salvaguardas sociales y ambientales, que prohibiera la doble contabilidad y el respeto de los derechos humanos.

Las autoridades, una vez más, han mostrado mezquindad, siendo los países que más emiten, y que son, por lo tanto, más responsables por la crisis climática y ecológica, quienes con mayor fuerza han bloqueado los intentos por solucionar el desastre que están causando. Todo esto demuestra que la COP está secuestrada por las dinámicas que nos han llevado a la crisis climática, incluyendo la priorización de los intereses empresariales por sobre la vida. Rechazamos la idea de que la obtención de riquezas a través de la quema de combustibles fósiles permitirá salvaguarse de los efectos del cambio climático.

La presidencia ejercida por Chile, país que es extremadamente vulnerable a los efectos nocivos del calentamiento global, no está a la altura del liderazgo que se requiere y ha demostrado estar más
comprometida con la continuidad de prácticas contaminantes, que con el futuro de las personas. Existe una enorme brecha entre lo negociado en la COP25 y lo demandado en el Manifiesto Latinoaméricano por el Clima, instrumento deliberativo elaborado por la sociedad civil en paralelo a la COP25.

Nos preocupa la falta de conexión del gobierno con las demandas sociales mínimas y que este insista en no firmar ni ratificar el Acuerdo de Escazú para asegurar más participación de la ciudadanía en la acción climática. Esto es lo que la gente ha estado pidiendo durante todo el año desde las calles e incluso dentro de la COP, donde las voces de la sociedad civil una vez más se ignoraron y reprimieron.

Ni las cuestiones nacionales mínimas, como la solución a las zonas de sacrificio y la recuperación del agua, ni los compromisos internacionales básicos, han sido priorizados por la Ministra Carolina Schmidt ni el Subsecretario Felipe Riesco, existiendo una gestión insuficiente y preocupante a nivel nacional e internacional. Vemos con preocupación que además, se han debilitado las estructuras institucionales en materia ambiental, interviniendo la Superintendencia del Medio Ambiente y permitiendo que el Ministerio de Economía se superponga a las decisiones del Servicio de Evaluación Ambiental, SEA.

Por lo mismo, creemos que es un paso ético mínimo la renuncia de la Ministra Carolina Schmidt y del Subsecretario Felipe Riesco. Exigimos que se retome un rumbo que permita un trato adecuado a las demandas socioambientales en las negociaciones climáticas y en la política ambiental nacional hacia los caminos de solución que permitan entregar la presidencia el 2020 con mayores logros en materia de ambición.

Como Sociedad Civil por la Acción Climática, hacemos un llamado a no dejar de movilizarnos, a articularnos para que la sociedad civil latinoamericana completa se organice y siga demandando
ambición climática y un nuevo modelo, que nos permita terminar con la crisis social y ambiental que atraviesa el mundo y que hoy nos duele más que nunca en Chile. Las esperanzas por superar la crisis social, climática y ecológica sigue estando del lado de la sociedad civil organizada, de las personas en las calles y de los movimientos juveniles. Nuestra unión y empuje debe seguir con más fuerza que nunca, hasta lograr la justicia ambiental, climática y ecológica.

Firman esta declaración :
Agrupación Aisen Reserva de Vida, Fundación Basura, Amerindia Chile, Fundación Decide, Centro Ecosocial Latinoamericano, Fundación Glaciares Chileno, CERES, Fundación Newenko,
CEUS Chile, Greenpeace Chile, Ciudadanía Inteligente, Ingeniería Sin Fronteras, Ciudadanos y Clima, Colegio de Ingenieros en Recursos Naturales, Equipo provincial de Justicia, Paz e
Integridad de la Creación, Misioneros Claretianos, Instituto de Ecología Política, Coalición Ecuménica por el Cuidado de la Creación, Microflora, CODEFF, Modatima, Comisión de Medioambiente y Sustentabilidad del Partido por la Democracia, Observatorio Ciudadano, Cooperativa Minka, ONG Defensoría Ambiental, Coordinadora Ciudadano No Alto Maipo, ONG Ecosistemas, Corporación LA CALETA, ONG Semillas de Cambio, Ética en los Bosques, Sur Corporación, Fridays for Future Santiago, ONG FIMA.

Ercilia Araya: la lideresa Pai-Ote criminalizada por luchar contra las mineras canadienses en Chile

Ercilia Araya es la Presidenta de la Comunidad Pai-Ote, integrada por alrededor de 60 indígena Colla, en la Región de Atacama en Chile. Desde el 2014 ha sido criminalizada y hostigada por defender los derechos de su comunidad frente al daño ambiental causado por la minería. 

El territorio ancestral de la Comunidad Pai-Ote es de gran riqueza mineral e incluye la“Franja de Maricunga”, uno de los distritos auríferos más importantes del país. Esto ha generado una fuerte presión en la comunidad debido a la instalación de al menos una decena de proyectos mineros, la mayoría de ellos canadienses, de extracción de oro. Dichos proyectos se han aprobado en ocasiones sin una consulta previa e informada. Ercilia ha protestado y le ha costado fuertes represalias por parte del Estado y compañías mineras.

Criminalización al servicio las mineras extranjeras

En marzo del año 2014 Ercilia realizó una denuncia a nombre de su comunidad por la contaminación producida por los relaves mineros de la empresa canadiense Yámana Gold. La Policía de Investigaciones visitó su residencia y en lugar de investigar la denuncia por daño ambiental, la acusaron, junto con sus familiares, por poseer artefactos arqueológicos y fósiles. En el acto, el hijo de 12 años de Ercilia fue detenido e interrogado. La investigación duró hasta 2017, año en que la Fiscalía desestimó el caso.

“Denuncié a las mineras por contaminar el agua, y salí presa yo, se llevaron a mi hijo de 12 años detenido, y se llevaron a mi padre de 76 años detenido. Sólo por denunciar a las mineras”. 

En octubre de 2016, Ercilia interpuso un recurso en contra de la autorización ambiental del proyecto “Explotación de Minerales La Coipa Fase 7” de la Compañía Minera Mantos de Oro (perteneciente a Kinross Gold Corporation), el cual fue aprobado sin un proceso de consulta previa. El recurso sirvió de poco. Mientras tanto, miembros de otras comunidades Colla, apoyadas por la compañía minera, demandaron a Ercilia acusándola de atribuirse la propiedad de terrenos. Las demandas fueron finalmente rechazadas por la Corte de Apelaciones de Copiapó.

Al año siguiente, la Comunidad Colla Pai-Ote fue acusada por la Comunidad Colla Pastos Grandes, apoyados por las compañías mineras, por supuestas obras ilegales de captación de agua. Carente de todo fundamente, la denuncia concluyó en 2019 gracias a un acuerdo de reparación.

 “Cuando uno vive en el territorio y cuando uno sufre las carencias, aprende a luchar”.

Negación de los derechos a la tierra de la Comunidad Pai-Ote desde el 2001 y las mineras

La Comunidad Pai-Ote ha reclamado al Estado chileno el reconocimiento y titulación de las tierras de ocupación tradicional desde el 2001. Sin embargo, hasta el día de hoy, las autoridades han prestado oídos sordos. Por otro lado, comunidades que han pactado con las compañías mineras operantes en el área y que han iniciado acciones legales en contra de la Comunidad de Pai-Ote y de Ercilia Araya, han sido dotadas de tierras en los últimos años.

Alto a la criminalización de los defensores de los derechos a la tierra de y la actividad minera en su territorio

La defensa del territorio y el medio ambiente no es un crimen. Es por ello que el Estado chileno debe detener la criminalización, persecución y hostigamiento de Ercilia Araya, de su familia e integrantes de la comunidad Colla Pai-Ote. Así mismo, las mineras deben detener sus actividades en el territorio ancestral de la Comunidad Pai-Ote. Esos territorios les pertenecen a las comunidades locales. Por último, el Estado chileno debe transferir la propiedad de las tierras de ocupación tradicional de la Comunidad Pai-Ote demandadas desde 2001.

 

ÚNETE A LA CAMPAÑA: Apoya a los Pueblos Indígenas y las comunidades locales de todo el mundo que están siendo criminalizadas por proteger sus tierras y el medio ambiente del que todos dependemos. Porque defender los derechos a la tierra NO es un delito.

Declaración de mujeres del Cónclave de Pueblos Indígena en la COP25

En nombre de las mujeres del Cónclave de Pueblos Indígena en la COP25, hemos preparado una declaración en honor al Día del Género. Hemos escrito esta declaración conjuntamente para representar los problemas de género únicos a los que nos enfrentamos como mujeres indígenas en la vanguardia del cambio climático. Varias perspectivas específicas de todo el mundo están representadas en esta declaración desde Panamá, Canadá, América y el Pacífico Sur, hacemos oír nuestras voces.

Las mujeres indígenas son poderosas: Las mujeres indígenas que trabajan juntas son poderosas.

Muchas de nuestras sociedades tradicionales estaban dirigidas por nuestras mujeres, y hoy en día muchos de nuestros movimientos sociales, y cada vez más nuestros gobiernos están siendo dirigidos por nuestras mujeres. Más notablemente, los movimientos indígenas de cambio climático en todo el mundo están siendo liderados por mujeres.

Las mujeres indígenas somos poderosas ya que dirigimos nuestras economías, nuestras familias, nuestras sociedades y nuestros territorios tradicionales. Nuestros hijos, nuestros hombres y nuestra tierra son equilibrados, sanos y fuertes cuando las mujeres son capaces de liderar.

Colonialismo y patriarcado:

El colonialismo, junto con el patriarcado, intentó desmantelar la poderosa femineidad indígena que una vez existió. A medida que se desarrollaron los estados-nación, nuestras mujeres fueron desplazadas y se volvieron vulnerables: los colonos minaron nuestras tierras, robaron nuestras tierras y destruyeron a nuestras mujeres, desmantelando las relaciones tradicionales de género donde alguna vez florecieron las matriarcas y las sociedades matrilineales.

Violencia de género y violencia contra la tierra: 

Actualmente vivimos una historia diferente, aunque los Pueblos Indígenas sólo representamos el 5% de la población mundial, el 15% de los pobres del mundo son indígenas, y una alta proporción de nuestros pobres son mujeres indígenas. La desigualdad de género entre las mujeres indígenas se ve magnificada por el cambio climático. El colonialismo, el capitalismo y el patriarcado han hecho de nuestras mujeres una de las más pobres del mundo. Asimismo, la violencia de género hacia las mujeres indígenas se ha normalizado en muchas naciones, debido a nuestras historias coloniales, nuestras mujeres son degradadas, sexualizadas, violadas y asesinadas a tasas más altas que las mujeres no indígenas. No sólo nuestras tierras han sido colonizadas, sino que nuestros cuerpos han sido colonizados a través del patriarcado impuesto a nuestras sociedades, y el sexismo racista que nuestras mujeres deben soportar a diario.

En Canadá, Estados Unidos y Australia, en comparación con las mujeres no indígenas, las mujeres indígenas tienen más probabilidades de ser asesinadas o de desaparecer. En América Latina, esta violencia se llama feminicidio, en otros lugares se llama violencia de género. En Canadá, esta cuestión ha dado lugar a una investigación nacional sobre las mujeres y niñas indígenas asesinadas y desaparecidas. Hoy nuestras hermanas y hermanos de Acción Indígena por el Clima encabezaron una marcha e intentaron realizar una manifestación en la Embajada de Estados Unidos en Madrid para llamar la atención sobre el tema de las mujeres indígenas asesinadas y desaparecidas en Estados Unidos, la violencia contra nuestras mujeres debe cesar y nuestros líderes deben tomar medidas. Nuestras mujeres continuarán este activismo interseccional, porque el sexismo y el racismo que nuestras mujeres experimentan están entrelazados con la violación de la Madre Tierra.

Sigue a nuestras madres y abuelas, ellas resolverán el cambio climático desde Te Huia (perspectiva del Pacífico)

En el Pacífico, todo el mundo sabe que la última palabra está siempre con nuestras madres, abuelas y bisabuelas. Su conexión con la gente y el lugar significa que sus decisiones son siempre en el mejor interés de todos y de todo. Esto lo entienden todas nuestras comunidades. Esto es algo que nuestros líderes indígenas masculinos entienden. Actualmente se les están asignando funciones de liderazgo para que encajen en el sistema patriarcal que se nos ha impuesto. Las necesitamos para empoderar a nuestras mujeres y hacer espacio para nuestras mujeres indígenas. Si nuestras madres y abuelas fueran las negociadoras de los Estados, habríamos resuelto los problemas climáticos hace mucho tiempo. Si vamos a tener alguna oportunidad para resolver el cambio climático y hacer las adaptaciones necesarias, tendremos que seguir el poderoso liderazgo desinteresado de nuestra madre y abuelas indígenas.

La extracción de recursos es violencia de género según Angele Alook (perspectiva de las Primeras Naciones):

Siendo del territorio del Tratado 8 en el norte de Alberta, Canadá, estoy muy preocupado por la destrucción de la Madre Tierra causada por la extracción de recursos. Mi gente es de la selva boreal, donde hemos cazado, cosechado y pescado desde tiempos inmemoriales. Mi comunidad está rodeada por la industria petrolíferas. Las investigaciones han demostrado que donde existe extracción de recursos, la violencia contra las mujeres indígenas se normaliza e intensifica. La extracción de recursos trae desequilibrio a nuestras familias y a nuestras comunidades, porque depender de un boom de combustibles fósiles y una economía en quiebra no es sostenible. La extracción de recursos está destruyendo a la Madre Tierra y envenenando nuestra agua. El aumento de las temperaturas en el norte de Canadá está quemando nuestros bosques a un ritmo alarmante, y causando traumas emocionales y culturales a las comunidades indígenas como la mía, donde somos evacuados cada año debido al aumento de los incendios forestales intensos. Nuestros bosques son los pulmones de la Madre Tierra, traen vida, equilibrio y enseñanzas a los Pueblos Indígenas y no indígenas. Nuestros bosques están siendo destruidos por la extracción de combustibles fósiles, la tala y el aumento de los incendios forestales debido al aumento de las temperaturas. Necesitamos la tierra, el agua y el bosque para mantener nuestras enseñanzas, nuestro idioma y nuestra forma de ser. La extracción de recursos está extrayendo nuestra humanidad y violando nuestros tratados y nuestros derechos humanos.

Las mujeres son el tejido de la vida, protegen a nuestros defensores de la tierra con Jocabed (perspectiva latinoamericana)

En la Nación Gunadule de Panamá, se cree que en cada hilo de la tela que tejemos, encontramos a nuestras ancestras, la tela tejida es una poderosa forma de comunicación para mi pueblo, dentro de ella encontramos el significado de la vida. En la vida diaria, las mujeres indígenas encuentran armonía con los Nabgwana, la Pachamama (Madre Tierra) y es desde su fuerza que creamos nuevos sueños y redefinimos nuestras sociedades. Creemos que la voz de la Tierra es femenina, y es desde esa voz que los pueblos indígenas han recibido el don de vivir en armonía con la tierra. Es por eso que hoy debemos concientizar las luchas de las mujeres indígenas, para que puedan seguir amando, cuidando, relacionándose y aprendiendo de la Tierra. Nuestros ríos, lagos, mares, territorios, árboles, animales y mujeres están siendo asesinados a manos de hombres que representan el desarrollo capitalista y los intereses del gobierno. Las defensoras de tierra son asesinadas para silenciar sus voces. Son mártires por defender los territorios sagrados. Este lamento que se une al cosmos es una canción que sacude a la Tierra. Al escuchar las voces de las mujeres indígenas de Abya Yala (América Latina), escuchamos una vez más el grito por una vida plena, que el buen vivir es el hilo que nos permite seguir tejiendo nuevos tejidos de esperanza. Y esas telas coloridas no se pueden crear sin las mujeres. Denunciamos el asesinato y la muerte de nuestras hermanas y exigimos que no se derrame ni una gota más de sangre de esta violencia. Cuando se derrama su sangre, la sangre de nuestro pueblo también se derrama. Con ellos nos unimos para decir no más muerte. Este es un llamado a la acción, les pedimos que apoyen la resistencia de las defensoras de la tierra y la vida en nuestras naciones. Les pedimos que trabajen para detener todas las formas de violencia de género contra las mujeres indígenas y permitir que los indígenas continúen con el importante trabajo de defender nuestra tierra.

Las mujeres indígenas se enfrentan a las mayores cargas del cambio climático:

Todos nosotros estamos siendo impactados negativamente por el cambio climático. Pero los pueblos indígenas soportan la carga más pesada debido a nuestra estrecha relación con la tierra, el bosque y los ríos. Y dentro de nuestros pueblos son las mujeres indígenas quienes reciben las cargas más pesadas del cambio climático.

No sólo proporcionamos comida en la mesa para nuestras familias, también les enseñamos cómo cuidar las áreas de dónde viene la comida, cuándo plantar, cómo cuidar las semillas para tener suficiente para la próxima temporada de siembra, cómo leer los patrones climáticos para tener el máximo rendimiento. También enseñamos cómo cuidar el bosque de donde vienen nuestras aguas, agua para beber, agua para nuestros animales, agua para los campos, agua para que los niños naden y agua como fuente de sustento. Los conocimientos tradicionales de los pueblos indígenas están vivos hoy en día debido a la transmisión de los mismos a la próxima generación por parte de las mujeres indígenas.

Nuestro conocimiento como mujeres indígenas está estrechamente entrelazado en la forma en que utilizamos y administramos nuestros recursos. Este conocimiento tradicional no sólo se ve amenazado por el cambio climático, sino también por la falta de acción climática de nuestros gobiernos. Los líderes hablan de las preocupaciones del mercado, pero no quieren hablar de nosotros. Las mujeres indígenas son las que menos contribuyen al cambio climático, sin embargo, sentimos la mayor carga del cambio climático porque somos dependientes de la tierra y vivimos en regiones del mundo donde el cambio climático tiene los mayores impactos negativos. Las acciones climáticas ocurren en nuestras comunidades, pero no vemos que nuestros derechos estén representados en los documentos de la COP que se están redactando. ¿Cómo podríamos hablar de tiempo para la acción y olvidarnos de aquellos que contribuyeron mucho a la mitigación y adaptación al cambio climático? ¿Cómo podemos hablar de equidad y participación, pero tú nos silencias con tu apatía? Este es nuestro desafío para los gobiernos, reunir sus acciones y asegurar que los derechos humanos y los derechos indígenas sean centrales en las discusiones de la COP 25. De lo contrario, ¿qué les enseñaremos a nuestros hijos dentro de siete generaciones?

INFORME DE ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL DE LA REGIÓN DE LA ARAUCANÍA, CHILE AL COMITÉ PARA LA ELIMINACION DE LA DISCRIMINACION RACIAL DE LAS NACIONES UNIDAS CON MOTIVO DEL EXAMEN DE LOS INFORMES PERIÓDICOS 22° a 23° DEL ESTADO DE CHILE

25 de noviembre a 13 diciembre 2019

El presente Informe ha sido preparado por un conjunto de organizaciones de la sociedad civil chilena, ubicadas en la Región de La Araucanía en el Sur de Chile, en el Territorio ancestral del Pueblo Mapuche, bajo la coordinación del Observatorio Ciudadano, organización no gubernamental de promoción y defensa de los derechos humanos.

El Informe se refiere al examen de los informes periódicos 22º y 23º del Estado de Chile por parte del Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial de Naciones Unidas (en adelante el Comité). En él se analiza la situación del cumplimiento de las obligaciones contraídas por el Estado de Chile al ratificar la Convención sobre Eliminación de la Discriminación Racial (en adelante la Convención) entre el 2013, fecha del último examen, y la actualidad.

Numero de páginas: 47

Descarga aquí:

Informe-sobre-chile-al-cerd-de-oc-y-otros-nov2019

Los Derechos Humanos deben ser considerados en la discusión internacional sobre cambio climático

Organizaciones e instituciones de la Mesa Nacional de Cambio Climático, entre los que se encuentra el Observatorio Ciudadano, difunden documento de posición sobre Derechos Humanos y Cambio Climático en la máxima cumbre sobre cambio climático del planeta.


REVISA EL DOCUMENTO DE POSICIÓN SOBRE DERECHOS HUMANOS Y CAMBIO CLIMÁTICO ACÁ.

La Mesa Ciudadana de Cambio Climático en Chile (1), creada el 2014, con el objetivo de incidir política y técnicamente para el establecimiento e implementación de una agenda sobre Cambio Climático, reconoce que el Cambio Climático no es solo un problema ambiental sino también de derechos humanos. La red observa con preocupación que el tema de derechos humanos no sea parte importante de las negociaciones internacionales durante la COP 25, cuando en países latinoamericanos como Chile, Colombia y Bolivia, actualmente viven una fuerte crisis social originada por la injusticia social, económica, política, cultural y ambiental.

El Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (CDH), además de los(as) Relatores(as) especiales de Naciones Unidas y especialistas, han reconocido que el cambio climático no es solo un problema ambiental sino también de derechos humanos, afectando especialmente a las poblaciones más vulnerables. El 05 de junio de 2015, en el Día Mundial del Medio Ambiente, los(as) Relatores(as) especiales de Naciones Unidas y especialistas alertaron a través de una declaración que el aumento de las temperaturas globales «afectará negativamente a una amplia gama de derechos humanos, incluidos los derechos a la vida, la salud, la alimentación y al agua, entre muchos otros«, impactando severamente la vida de quienes hoy luchan por el pleno ejercicio de sus derechos humanos, especialmente las mujeres, niños, ancianos y las comunidades más pobres.

Así también está plasmado en la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC) que ha reconoce explícitamente la necesidad de proteger los derechos humanos en toda acción climática en el Preámbulo del Acuerdo de París. Sin embargo, el Libro de Reglas del Acuerdo de Paris, redactado durante la COP24 en Katowice para orientar su aplicación, ofrece pocas directrices para que los países incorporen un enfoque de derechos en sus compromisos climáticos, tema que hasta la COP25 ha sido fuertemente criticado por sociedad civil, ya que con esto, el acuerdo incumpliría su promesa de proteger, respetar y considerar los derechos humanos en las acciones climáticas.

Por su parte, Lorena Arce, co-directora y coordinadora del Programa de Biodiversidad y Alternativas al Desarrollo del Observatorio Ciudadano, y representante de la Mesa Ciudadana de Cambio Climático, señala que “ante la crisis climática que vive el planeta es fundamental que los Estados reconozcan que el cambio climático no es solo un problema ambiental sino de derechos humanos, como también, es fundamental reconocer los aportes ancestrales y culturales de los Pueblos Originarios para la conservación de la biodiversidad y mitigación del cambio climático”.

La posición de la Mesa Ciudadana respecto de los avances en Chile es clara, propone firmar y ratificar el Acuerdo de Escazú por parte del gobierno nacional; implementar los más altos estándares de protección de derechos humanos en las medidas de acción climática incluidas en la Contribución Nacional Determinada (NDC) que el gobierno presentará ante la CMNUCC antes de marzo de 2020; dar cumplimiento a los compromisos internacionales contraídos en relación con los pueblos indígenas y sus derechos de tenencia de las tierras, territorios y recursos naturales; en especial en su inclusión en la NDC de Chile, donde su rol se encuentra invisibilizado y escasamente abordado, tanto en las medidas de mitigación como en las de adaptación.

Además, la red de organizaciones propone fortalecer el enfoque de género, incluyendo este tema en los espacios resolutivos y de gobernanza del cambio climático, como también propender a su empoderamiento y a la eliminación de obstáculos discriminatorios en diversas áreas, como la agricultura, la energía, la salud, la educación, el empleo y la reducción del riesgo de desastres; así como también reconoce que en el ámbito del derecho humano al agua, el Estado de Chile debe reconocer el papel fundamental de los recursos hídricos, incluidas sus dimensiones de derechos humanos, así como el impacto adverso del cambio climático sobre la disponibilidad del vital elemento, integrar un enfoque basado en los derechos humanos en los Planes Nacionales de Adaptación que tengan relación con los recursos hídricos, modificar el Código de Aguas asegurando el consumo humano, conservación de ecosistemas y actividades económicas de subsistencia.

El Día Internacional de los Derechos Humanos fue proclamado el 10 de diciembre de 1950 por la asamblea general de la ONU, dos años después de la aprobación de la Declaración Universal de Derechos Humanos que más de 50 países firmaron posterior a la Segunda Guerra Mundial, desde entonces, Chile ha avanzado en la inclusión de este enfoque en sus políticas públicas, pero en cuanto al ámbito ambiental y climático sigue al debe, sobre todo considerando el nivel de vulnerabilidad al fenómeno que el país tiene.

___________________

(1) Organizaciones e instituciones miembros de la Mesa Ciudadana de Cambio Climático: AIDA, Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo, Amnistía Internacional, CAN, Canelo de Nos, Coalición Ecuménica por el Cuidado de la Creación, CODEFF, FIMA, Fundación TERRAM, GREENPEACE, Fundación Heinrich Böll, Nodo Social, Observatorio Ciudadano y WWF.