In Opinión

Rosamel Millaman Reinao, mapuche, defensor de los derechos de su pueblo, antropólogo, profesor y amigo ha partido de este mundo.

Tuve el honor de conocer y compartir con Rosamel por largos años, desde que llegué a Wallmapu a mediados de los noventa.  Así supe por él que había nacido y crecido en una numerosa familia en una comunidad mapuche rural de Pitrufquen.  También me contó como, al igual que la mayor parte de la población mapuche en ese tiempo, sufrió tanto en su niñez y como en su juventud, de discriminación y exclusión económico-social y cultural de parte de la sociedad chilena. 

Fue posiblemente ello lo que lo llevó a estudiar antropología en la Universidad de Concepción y a unirse más tarde, durante los duros años de dictadura, al movimiento mapuche, participando de la organización Ad-Mapu.  Como consecuencia de ello, debió pasar a la clandestinidad primero, y luego salir del país donde realizó sus estudios de posgrado en antropología.

Durante las últimas décadas y hasta hace poco tiempo atrás, en que fue abruptamentedesvinculado de sus funciones, Rosamel se desempeño como profesor de la carrera de Antropología de la Universidad Católica de Temuco. Desde ese espacio formó a generaciones de futuros profesionales tanto mapuche como no mapuche, comprometidos con una sociedad más consciente y respetuosa de la diversidad étnica y cultural y con los derechos de los pueblos indígenas.   

Su compromiso con la antropología lo llevo a participar activamente en el Colegió que agrupa los profesionales de esa disciplina, llegando a presidir esta instancia, siempre con un enfoque de antropología comprometida.

Autor de numerosas investigaciones, tanto académicas como socio-políticas, siempre con el enfoque de investigación-acción que sirviese a las transformaciones sociales que anhelaba.   Rosamel fue uno de los coautores del Informe que la Comisión de Trabajo Autónoma Mapuche (COTAM) como aporte al proceso de la Comisión de Verdad y Nuevo Trato con los Pueblos Indígenas, informe que contenía la visión mapuche de las relaciones entre el estado chileno y el pueblo mapuche a través de la historia.

También fue, junto al destacado profesor de antropología estadounidense Charles Hale, coordinador de una investigación crítica que develó los impactos en los derechos mapuche de los monocultivos forestales certificados por FSC, iniciativa en la que tuve el privilegio de trabajar junto a él y un equipo de profesionales mapuche.

En el contexto de este último estudio, así como en numerosas reuniones y talleres en comunidades, en seminarios tanto en Chile, así como en otros países de la región en que participe junto a él, me impresiono no solo sus capacidades intelectuales, sino sobre todo su humanidad, su humildad, y su sentido del humor.

Lo que más me impresionó de Rosamel, sin embargo, fue su capacidad para navegar en dos mundos; aquel en que nació y aquel en el que debió insertarse por las circunstancias de la vida.  Al hacerlo, nunca perdió su identidad.   Tampoco sentí de parte de él resentimiento, rechazo al otro, menos aún a aquellos que desde otras sociedades, incluyendo por cierto la sociedad chilena, compartimos el desafío de la construcción de un mundo respetuoso de la diversidad y de los derechos que son inherentes a ella.

En momentos cruciales para el futuro del país en tantos aspectos, incluyendo las posibilidades de establecimiento de nuevas y distintas formas de relacionamiento entre los pueblos que aquí vivimos, el ejemplo de Rosamel seguirá vivo en nosotr@s.  Su vida personifica, en muchos sentidos, la propuesta de interculturalidad, así como la de plurinacionalidasd, a cuyo reconocimiento y construcción nos invita la propuesta constitucional que votaremos en el plebiscito de septiembre próximo.  

Al igual que la mayoría de quienes lo conocimos, lo recordare con admiración y afecto.

Hasta siempre Rosamel

Buen viaje al wenu mapu a juntarte con tus antepasados.

José Aylwin

Recommended Posts

Start typing and press Enter to search